P – ¿En qué consisten los cambios que Cuba está proponiendo desde el punto de vista económico?
JLR– A lo largo de los últimos nueve años, partiendo de 2011 en que se proponen los llamados Lineamientos de la política económica y social de la Revolución Cubana, se diseñaron transformaciones en relación con lo que se venía haciendo hasta el año 2008. En 2009 comienza un proceso de preparación, se elabora el proyecto de los lineamientos y se discute con la población. Ya en el 2011 estos lineamientos se llevan al Congreso del Partido Comunista y se aprueban. ¿En qué consisten esos lineamientos? Desde el punto de vista económico, fundamentalmente se trata de un cambio que no rebasa las fronteras del modelo socialista. Se le ha llamado Actualización, para potenciar una mejor gestión económica y un cambio en la relación entre el individuo y la sociedad desde el punto de vista económico.
Anteriormente, hasta el 2008, se descansaba en gran medida en un concepto de igualitarismo, en que el Estado asumía todos los riesgos, y según se pudieran solventar todas las dificultades que enfrentaba la economía de la isla, la población recibía los beneficios derivados de ello. Así se sostenían los servicios sociales como educación, salud, cultura o seguridad social, junto a una gestión económica muy centralizada.
Fidel Castro razonó mucho ese tema desde los inicios del llamado Período especial, la crisis económica derivada de la caída del Campo Socialista y su impacto en la economía cubana. Es a partir de los años 90 hasta los 2003-2004, que se adopta la decisión de centralizar los cobros y los pagos en divisas del país, una decisión muy fuerte que se explica a partir de la situación económica que Cuba estaba atravesando en ese momento, donde había que afrontar temas muy graves desde el punto de vista económico como la crisis energética donde prácticamente se desplomó el sistema de generación eléctrica nacional; y esos gastos había que asumirlos estatalmente. Ello condicionó una gran centralización para que los recursos se concentraran en la dirección definida y permitiera que se solucionaran esos problemas. Pero a su vez limitaba el desarrollo y la gestión a nivel territorial y local.
Se fue consciente de que había que pagar ese precio para enfrentar las soluciones que el país demandaba. A partir del año 2005 esa situación se mantiene pero con otro entorno internacional que dio a Cuba un segundo aire a través del Convenio con Venezuela para lo que el Presidente venezolano Hugo Chávez llamó a convertir en bienes transables los servicios que Cuba le había venido brindando. Es decir, que Cuba cobrara los servicios que ofrecía a Venezuela desde 1999 y que la isla no había cobrado.
Eso invirtió el signo de la balanza comercial, de negativa pasó a positiva. Los crecimientos económicos en esos años se potenciaron. En 2006 Cuba creció más del 12 por ciento, lo cual permitió resolver el gran deterioro de los servicios sociales básicos que se arrastraba desde el periodo especial. En esa etapa se perdió el 51 por ciento de los profesores de la enseñanza básica y se generó una baja eficiencia del sistema de la seguridad social, que llevó a que Fidel Castro proclamara en el año 1999 la estrategia que llamó Batalla de ideas; la necesidad de abordar desequilibrios económicos y sociales.
La secuencia de la batalla de ideas se desarrolló, primero, para la asistencia y seguridad social, la atención a los sectores más vulnerables; después con la rehabilitación del sistema de educación, que empezó con dotar a las escuelas de los maestros que no teníamos en ese momento. Hubo que formar maestros de emergencia en la enseñanza general fundamentalmente; y una tercera etapa que no se pudo culminar y que era la más costosa, que fue la rehabilitación de los servicios de salud pública. De 498 policlínicos se lograron recapitalizar unos 250 con la más alta tecnología buscando la elevación de la calidad de los servicios de salud.
Con el cambio favorable de la balanza comercial y con el saldo positivo que empieza a tener en 2005 hasta 2008, se avanzó considerablemente. Esta estrategia se lleva a cabo en medio de un escenario de enfrentamiento brutal con el imperialismo. De ahí que la Batalla de ideas tuviera como objetivo no solo la rehabilitación de los servicios sociales sino además el enfrentamiento a un resurgir de la contrarrevolución. A partir del año 2003 comienza una nueva ola de agresiones contra Cuba con la creación de la Comisión para la asistencia de una Cuba libre de la administración Bush, que llevó el bloqueo hasta niveles nunca antes ejercidos, con presiones muy fuertes a Cuba desde el punto de vista político y financiero; y con un resurgir de las actividades terroristas como secuestros de embarcaciones, bombas nuevamente en La Habana, el asesinato de personas que custodiaban esas embarcaciones y ataques terroristas de todo tipo. Eso obliga a la Revolución a tomar medidas duras como la aplicación de la pena de muerte en algunos casos extremos y el país tiene que reforzar su defensa hacia lo interno y lo externo.
Ya 2008 es el año de una gran crisis económica mundial que golpea también a Cuba a partir de la elevación de los precios de los combustibles y de los alimentos. En 2008 Cuba pagó 840 millones de dólares por encima de lo habitual por la elevación de precios en esos rubros, en particular los referidos a la alimentación.
También ese año determinó un giro en la atención de la brecha financiera externa cubana, pues no alcanzaba el dinero para atender las necesidades propias y los compromisos financieros externos y fue el hito para una nueva estrategia económica que comenzó con el proceso de elaboración de los Lineamientos Económicos y Sociales que abogaban fundamentalmente por una descentralización de la gestión económica para elevar la eficiencia y con una reevaluación de la relación individuo y economía del país, en términos de que para sostener los servicios sociales que existían y potenciarlos, había que aumentar no solo el crecimiento en términos macroeconómicos sino que los individuos a través de sus salarios fueran capaces de contribuir con los gastos que esos servicios demandan. Es decir, el concepto del Estado como proveedor de una serie de servicios básicos pero el resto, generados por los individuos en sus labores con una mayor eficiencia.
P – Sin embargo, muchos de estos lineamientos planteados no se llegaron a implementar…
JLR– ¿Qué pasó? Cuando se hacen públicos estos lineamientos, formaban parte de una proyección desde el punto de vista macroeconómico que expresaba un crecimiento determinado de la economía entre 2011 y 2016 con el supuesto de potencialidades que la vida demostró que no era tan sencillo alcanzarlas. Se planificó un crecimiento anual sostenido para un quinquenio de un 5 por ciento y se empezaron a implementar una serie de cambios que finalmente no pudieron concluirse. Cuando se hace el balance en el 2016 de los 313 lineamientos planteados, solo se había implementado el 21 por ciento. Un 77 por ciento estaba en proceso…
P – Incluido el tema de la unificación monetaria… una espada de Damocles en la economía cubana desde hace bastante tiempo…
JLR– Yo considero que la medida más compleja de todas las trasformaciones desde el punto de vista técnico y de impacto en la población es precisamente la unificación monetaria. La dualidad monetaria surge en el año 1993, el peso cubano está depreciado en ese momento, no se podía hacer una devaluación o un cambio de moneda pues el trauma hubiera sido terrible en ese instante. Sin hacerlo, el 60 por ciento de las empresas cubanas eran irrentables en el año 1993.
Estamos hablando del escenario de la crisis económica de la caída del Campo Socialista y la pérdida de todos los vínculos económicos de Cuba. Si se reconocía que el peso había perdido valor, el impacto en las empresas y en la economía iba a ser de tal magnitud que hubiera significado un rediseño total del modelo económico y eso no era posible hacerlo en medio de la crisis del periodo especial (el PIB había caído en un 35 por ciento) y Cuba intentaba normalizar el funcionamiento de la economía, incentivara el trabajo y los ingresos provenientes de él.
En ese momento se creó un fenómeno muy grave que fue la desmonetización; la gente no quería el dinero y en 1993 y 1994 empieza a implementarse una especie de trueque para la obtención de bienes y servicios entre las personas, que puso en peligro el funcionamiento de la sociedad organizada desde el punto de vista económico.
P – ¿Por qué ha demorado tanto tiempo la implementación de esta medida de unificación monetaria si es tan vital para el funcionamiento económico?
JLR– El problema ha sido el siguiente: En ese momento que he referido, se implanta la dualidad monetaria para evitar la devaluación con dos tasas, una para la población que determinaba la relación entre moneda nacional y moneda libremente convertible y funcionaba a través de lo que se realizó en octubre del año 1995 cuando se crean las Casa de cambio (Cadeca) para que la población tuviera acceso a esa dualidad a través de una relación con más o menos equilibrio entre las distintas monedas; ya habían empezado a entrar remesas al país. Sin embargo, no se pudo mover en ese momento la tasa de cambio del sector estatal que muchos años atrás era de un dólar igual a un peso cubano. Eso hubo que dejarlo hasta que vinieran tiempos mejores porque devaluarlo en ese momento hubiera tenido implicaciones muy fuertes y cuyo impacto principal recaería directamente en la población, como ocurre en el neoliberalismo. Cuba decidió proteger a su pueblo, y hacerlo con una devaluación hubiera demandado proveer de subsidios o ingresos a la población para minimizar ese impacto; y eso costaba miles de millones de pesos que el Estado no disponía en ese momento.
P – ¿Y por qué ahora sí?
JLR– En la búsqueda de una mejor solución se ha estado todos estos años, examinando el momento en que la economía estuviera en mejores condiciones y más consolidada. Ya en el Congreso del Partido del año 1997 se plantea pasar a una unificación monetaria. Siempre se concibió como una medida temporal, pero para lograrlo se requería de cierto auge o normalidad en el desarrollo de la economía. Las condiciones internacionales difíciles, el impacto en Cuba, la caída del turismo luego del atentado a las torres gemelas y otros acontecimientos ya explicados, dilataron este proceso.
En el año 2013 se planteó nuevamente y a lo largo de estos años se fueron tomando algunas medidas que sirvieran de plataforma al hoy: se ha ampliado el papel del sector no estatal en la economía, se han creado nuevas figuras económicas como las cooperativas no agropecuarias. Hubo una coyuntura económica muy favorable en el 2015 en que el PIB subió un 4.4 por ciento ese año y con un promedio hasta el 2016 de 2.3 anualmente; y se buscaba estabilizar la economía pero con la llegada de Donald Trump al poder, las cosas empeoraron y la Covid 19 completó estas circunstancias.
Entre el año 2016 y el 2019 Cuba creció un 1.3 por ciento y ya en 2019 el crecimiento fue del 0.5 por ciento. En el año 2020, con la incidencia de la Covid, habrá decrecimiento de la economía. Y aunque no es el momento que el país esperaba para cambios trascendentes en el modelo económico, lo hace en ahora como opción imprescindible para seguir avanzando desde el punto de vista económico y en el sostenimiento del modelo socialista; y como habíamos expresado, con una plataforma de medidas ya tomadas con antelación que permiten la consecución de las siguientes.
P – ¿Aun en el peor momento económico?
JLR– Aun en el peor momento económico, que como dijo Marino Murillo (miembro del Buró Político del PCC y jefe de la Comisión Permanente de Implementación de los Lineamientos), supone riesgos. El proceso de la reunificación monetaria es tan abarcador que afecta a personas naturales, empresas nacionales y extranjeras en Cuba, y que una vez que se desata no tiene marcha atrás; es irreversible. Estamos abocados a un proceso complejo, donde se prevén aumentos de precios, personas más desfavorecidas que otras y un proceso de reordenamiento económico que transparentará la rentabilidad del sistema empresarial.
Hay que enfrentar riesgos en medio de una hipertensión social producto de la Covid; las personas están afectadas, las empresas estatales están afectadas, el sector no estatal está afectado… Es un escenario complicado pero se ha tomado la decisión consciente de los riesgos de irreversibilidad y partiendo del concepto de que para seguir avanzando hay que solucionar este problema. Yo diría que para seguir avanzando mejor, evidentemente hay que tomar esta decisión. Ciertamente se asume un gran riesgo porque los cálculos están realizados en un modelo que parte de una serie de supuestos o mecanismos que se han ido presentando y que implican riesgos. Es una medida necesaria que se ha tomado, conscientes de los riesgos, de su irreversibilidad y de la coyuntura social de este escenario.
P – ¿Las medidas propuestas a implementar ahora -con los riesgos que usted señala- que van desde la mayor descentralización de la economía, el reconocimiento activo de la gestión local, la articulación de la gestión productiva y económica estatal y no estatal, qué impacto podrían tener en el proyecto socialista de la Revolución Cubana? ¿Cuba podría estar renunciando al socialismo?
JLR– Son medidas de riesgo ciertamente y hay que ir evaluando su impacto en medio de su implementación. Se ha dicho: si nos equivocamos en algunos aspectos, habrá que rectificar en algún momento. Eso es posible hacerlo, pero no se puede eludir que hay determinados costos subjetivos pudieran ser elevados y en ese sentido hay que tener una clara visión de alternativas para minimizar ese impacto en el pueblo. Y ojalá logremos que la medida más complicada que es la devaluación de la moneda nacional pueda controlarse en su impacto. Hay aspectos aun no definidos como las cuentas de ahorro de la población y su significado real luego de la devaluación y la posibilidad de compensaciones en ese sentido. Todo esto ha llevado a una búsqueda de consenso en la alta dirección del país y a una serie de análisis técnicos muy complejos con alternativas, pero teniendo en cuenta que se trata de un cambio muy profundo en el origen de coordenadas de la economía.
P – ¿Y eso sigue siendo socialismo?
JLR– Es un tema económico y técnico que hay que resolver de una manera socialista, buscando minimizar el impacto en la población y no hacer lo que hace la economía capitalista, que asume las devaluaciones monetarias implícitas y explicitas y cuyos costos recaen sobre la población sin implicaciones del Estado en sus costos sociales, con el aumento de la pobreza y bajos índices de desarrollo humano. No queremos eso.
P – ¿Cómo lograr lo contrario?
JLR– Hay que hacer una serie de compensaciones. Por ejemplo, en Cuba se ha dicho que para compensar la elevación de los precios, se elevaran los salarios en un 4.9 veces y de las pensiones 5 veces…
P – Pero si la inflación crece, si lo precios aumentan, el aumento de salarios podría no compensar…
JLR– Sí compensa. No implica un aumento significativo de los ingresos pero sí de compensación, aunque se modela que los ingresos sean superiores en los precios controlados por el Estado. En el sector no estatal cubano, que contribuye al PIB en un 20 por ciento y cuya incidencia en el empleo es del 33 por ciento, hay que lograr que no ocurran explosiones de precios pues podría tener un impacto negativo. Esas variables hay que seguirlas aunque no se puede controlar absolutamente al sector no estatal porque estas medidas tienen entre otros objetivos transparentar cuánto cuestan las cosas.
P – Hasta ahora hemos hablado de los riesgos. ¿Qué aspectos positivos resaltaría de estos cambios?
JLR– Entre los signos positivos que pudiera implicar la aplicación de estas medidas están, primero, que no añade un centavo de valor al PIB, no se va a crear un nuevo valor, se van a compensar las diferencias de precios con ingresos y por otro lado, vamos a tener una economía que se puede medir; pueden montarse entonces sistemas de estimulación más vinculados con los resultados porque no van a estar empañados por una relación irreal. Estas medidas estimulan la exportación empresarial y eso beneficia a la economía. Habrá derivaciones de estas medidas que pondrá en mejores condiciones a la economía. Pero ello no implica un cambio inmediato.
12 – Usted está hablando de impacto macroeconómico… ¿y hacia la población y su calidad de vida?
JLR– Si las cosas suceden como está previsto, debe haber un progreso de las posibilidades de vivir mejor sobre la base de un sistema que funcione más apegado a la realidad y de acuerdo con los resultados de la producción de bienes y servicios.
P – Me gustaría que me hablara del impacto de un tema que ha sido muy polémico en la economía revolucionaria, que es el desarrollo de las fuerzas productivas…
JLR– Estas medidas apuntan a que las fuerzas productivas tengan un mejor desenvolvimiento porque le quita de encima una forma de medición que hoy no es real, se despoja a la economía de los parches que se han ido montando para favorecer a los trabajadores, pero no reales; tienes la posibilidad de montar sistemas de estimulación reales y por lo tanto, estimuladores de la producción y el desarrollo de las fuerzas productivas.
P – ¿Y cómo situamos estos cambios en el escenario de una Cuba con un elevado envejecimiento poblacional y el factor de la migración externa?
JLR– Si la vida mejora, si se desarrolla el sistema de trabajo, el sistema de remuneración, la eficiencia en el sistema de asignación de recursos para solucionar los inconvenientes, estas problemáticas deben mejorar también. Pero los desafíos que enfrentamos son muy grandes porque hay problemas acumulados a lo largo de muchos años que no se pueden solucionar en un año como el déficit de la vivienda y la necesidad de altos índices de construcción de viviendas anuales para cubrir esta carencia. Estas medidas crean las potencialidades para resolver mejor los problemas.
P – ¿Cuál sería el papel mediador del bloqueo y de la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba para el éxito de estas medidas?
JLR– Estas medidas se adoptan suponiendo que el bloqueo va a seguir. El resultado de las elecciones en Estados Unidos pudiera variar algo este escenario. Existe la posibilidad de que sin un cambio esencial de política, que el que el Congreso levante el bloqueo a Cuba –asunto que no creo que ocurra a corto plazo– puede ocurrir que un nuevo Presidente derogue los decretos presidenciales elaborados por Trump. Igual que Trump desmontó a Obama, en caso de ser electo Biden podría desmontar a Trump.
Y sobre todo se crea otro ambiente, lo que en economía se llama efecto demostración, como ocurrió en 2014 cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Inmediatamente las fuentes de negocios vieron a Cuba con otra óptica y muchos primeros ministros del mundo visitaron el país y ello resultó atractivo para la inversión extranjera, el turismo creció exponencialmente… Con Trump ha existido la percepción contraria y ha frenado la inversión y la confianza para invertir y tener relaciones económicas con Cuba.
P – ¿Un cambio de escenario en Estados Unidos podría favorecer el conjunto de medidas adoptadas en Cuba?
JLR– Favorece hasta cierto punto, porque mientras el bloqueo continúe, el costo para Cuba es muy elevado. Los cálculos arrojan cifras de 144 mil millones de dólares acumulados y más de 5 mil millones de pérdidas en un año. Las pérdidas son colosales. El impacto de 1 año de bloqueo, hablando del 2019, fue más de 4 mil millones de dólares en pérdidas y en 2020 se calculan mil millones más que el año anterior. Cálculos internacionales también han demostrado que quitar el bloqueo a Cuba significaría –solo por este concepto– un crecimiento económico de más del 2 por ciento cada año, que implica miles de millones de pesos más en el PIB. Y si solamente se flexibilizara un poco el bloqueo, ello significaría un 0.6 de crecimiento anual más. El impacto del bloqueo es real.
P – Según su experiencia como Ministro de economía en el Periodo especial y como investigador reconocido, ¿en medio de este escenario cualitativamente distinto desde el punto de vista económico y social para Cuba e internacionalmente, hacia donde usted considera que debe apuntar Cuba si quiere tener una economía sana, potenciar el desarrollo socialista y mantener las protecciones reales que legitiman al sistema socialista?
JLR– En los documentos aprobados, la conceptualización de estos cambios mantienen su validez en la mantención de la protección social tal y como lo ha concebido el proyecto socialista cubano. Hay medidas que son de mediano y otras que son de largo plazo, y nosotros hoy tenemos que concentrarnos en qué va a pasar en el 2021 y en el 2022. Ello implica tres grandes desafíos: incrementar los ingresos en divisas del país; para ello debemos valernos de experiencias del periodo especial y la búsqueda de financiamiento externo con políticas creativas y concesiones que no signifiquen pérdida de soberanía pero que sí puedan contribuir a la búsqueda de créditos y recursos financieros. La forma mejor de recibir financiamiento que es la inversión extranjera. Hay 32 negocios en Cuba 100 por ciento de capital extranjero. Ello podría ampliarse junto a otras variantes que no son grandes soluciones pero contribuyen, como la franquicia… y otras alternativas que podrían experimentarse.
Resumo estos tres grandes retos en la entrada de dinero en efectivo al país, la inversión extranjera y la seguridad alimentaria. Cuba tiene hoy un componente muy elevado de importación de alimentos; alrededor del 60 por ciento de los alimentos que consume el país, directa o indirectamente se importan. Ello implica una reorientación del proceso inversionista con una prioridad en la agricultura y en la industria alimenticia.
P – ¿Y dónde están las mayores potencialidades cubanas a nivel exportador, son los servicios profesionales y de salud?
JLR– Sí y No… Los servicios se hacen sobre la base de contratos interestatales y están sujetos a los gobiernos en el poder, lo que representa que cambios en ellos pueden terminar con estos servicios como sucedió con Brasil, Bolivia, Ecuador… Cuba no ha podido entrar en el mercado de competencia de los servicios de salud, que es un mercado muy monopolizado y que ejerce incluso mucha presión en los servicios interestatales. Hay que tenerlos listos, perfeccionarlos pero no son imbatibles. Desde el año 2015 han descendido estos servicios para Cuba.
P – ¿Y el desarrollo de la industria biotecnológica?
JLR– Es también muy importante, pero hay que tener en cuenta que es una industria que requiere de mucho capital. Las inversiones para el desarrollo biotecnológico en Cuba han sido millonarias, y todo eso se impulsó en medio del llamado Periodo Especial. Y mantener esos logros implica altos niveles de inversión. En este momento es una de las áreas en que se busca inversión. Son sectores que aportan a la economía.
En el caso de los sectores que tienen que ver con las industrias culturales, aportan ingresos pero no en la misma medida por el alto nivel de monopolización de la industria cultural en el mundo. Este es uno de los medios fundamentales de dominación del imperialismo y lo cuida. El camino está en la diversificación y el aporte de diferentes campos y áreas productivas y de servicios. No hay una solución única, son soluciones diversas. En el turismo, Cuba tiene potencialidades con el mayor desarrollo de la infraestructura extra hotelera para aumentar los ingresos en ese sector.
P – ¿Cómo se prevé la situación de la economía cubana pos pandemia?
JLR– Nosotros vamos a enfrentar una situación compleja como el resto del mundo en los próximos años pos Covid 19, hasta que se estabilice esta situación y ver qué resulta de ella; si vamos a convivir con vacunas o si el periodo de control de la epidemia será mucho más largo. Estamos viendo rebrotes en casi toda Europa y en Estados Unidos. Estamos obligados a manejar esta variable para el turismo y para las exportaciones porque hay lugares que siguen cerrados; entonces no se puede entrar en ellos y tenemos que contar en 2021 y 2022 con escenarios complejos internacionalmente.
El país tendrá que lidiar con la unificación monetaria con sus riesgos y potencialidades y, considero que hay políticas que hay que seguir transformando como las políticas de inversiones tanto extranjera como en el ámbito nacional y sus prioridades de acuerdo a las estrategias de desarrollo: cuánto le vamos a dedicar a la agricultura, al turismo, a la ciencia. Se demanda de un cambio cualitativo en el modelo de desarrollo para empezar a tener tasas de crecimiento que permitan estabilizar la economía, que deben estar entre 5 y 6 por ciento anual; ello con una inversión extranjera que le acompañe, otro desafío por la presencia del bloqueo.
Nosotros debemos mejorar en los próximos años, tenemos que hacerlo para trascender el impacto de la Covid y retomar el camino de soluciones posibles ante los retos que el país tiene; que contribuya en favor de la disminución de las tasas de emigración, del nivel de empleo y de la calidad de vida en general con un mayor índice de personas trabajando, más eficiencia en ese empleo y más estímulo a esta fuerza de trabajo. A su vez, más inversiones para que la productividad aumente. Hay muchas variables que están planteadas que tienen que seguir desarrollándose.